Por: Félix Edmundo Díaz @feddefe*
Los cubanos somos un pueblo de paz que, por azares de la historia, desde que nos germinó el sentimiento de nacionalidad hemos estado luchando.
Cuando el criollo, mezcla de indio, español y negro, comenzó a sentir que el amor a la Patria, en palabras del Apóstol, no era el amor ridículo a la tierra, ni a la yerba que pisan nuestras plantas, comenzó a pelear por sus derechos y enfrentó a los españoles, con un intermedio de ingleses, continuó su guerra contra España y, después de usurpada la independencia por la intromisión del vecino del Norte, se consagró a combatir a cuanto gobierno corrupto y entreguista oprimió al pueblo hasta que alcanzó su verdadera libertad el 1ro de enero de 1959.
Después de esta fecha, los hombres y mujeres de este pueblo no dejaron de pelear, primero contra los bandidos y los saboteadores, después de abril de 1961, por el Socialismo, con crisis de los misiles incluida, por Argelia, Siria, el Congo, Guinea, Mozambique, Angola, Etiopía, por Namibia y Sudáfrica, por la América Latina toda, pero también contra las acciones de la maquinaría de propaganda y subversión más poderosa del mundo, desplegada por los gobiernos de turno de los Estados Unidos de América.
Si alguien se preguntara el porqué de las primeras líneas, le respondo que, desde que comenzamos a responder por el gentilicio cubano, muchos, en muchas partes, se han dedicado a ‘caracterizarnos’, léase encasillarnos, con tales y máscuales virtudes y defectos, sin siquiera detenerse un minuto a entendernos.
Sin pizca de chauvinismo, puedo asegurarles que cientos, quizá miles de millones de seres en este mundo quieren y respetan al pueblo cubano, a su Revolución y a sus líderes, no con gestos y sonrisas fingidas, sino con el amor que nace del reconocimiento al que se consagra a la lucha por el bienestar de la mayoría, al desprendimiento y la solidaridad mostrados en las más difíciles condiciones, aun cuando los destinatarios de sus gestos, las culturas, las lenguas y los colores hayan sido diferentes a los maternos.
Pero, siempre hay un ‘pero’, en este mundo también existen seres (los menos) que, en trágico disfraz patriotero que no oculta su condición mercenaria, se dedican a denostar y agredir a nuestro pueblo, su Revolución y sus líderes.
A estos seres que, al igual que tú y que yo gozan de estudios gratuitos, salud gratuita y todos los demás derechos consagrados en la Constitución de la República de Cuba, debo recordarles que ninguno de ellos puede ejercerse en contra de la voluntad del pueblo cubano de construir el socialismo, cuyo carácter irreversible está igualmente esculpido en piedra en la carta magna.
El hecho es que para estos tipejos (género válido para ambos sexos) cualquier cosa que les pasa es reflejo del actuar de la seguridad cubana, da igual que sea una congestión gripal (con el nombre de la mala de la novela brasileña en trasmisión), el ponche de un neumático, un apagón no programado, un empujón en el P-14 o la cola, cualquiera que sea el problema es la mano del Estado, al que, dicho sea de paso, culpan porque un administrador robó en algún lugar, o no había un policía cuando le empujaron en la cola, o el niño suspendió Matemáticas, o su santa abuela o madre de 89 años murió (es irónico, pero a veces tienen abuela y madre), en fin, todo parece indicar que vivir en Cuba hablando en contra de su pueblo y su gobierno no es tan difícil si, al final del mes o al principio, se reciben los sumisamente anhelados dólares norteamericanos.
Ellos piden que se mantenga el bloqueo, piden que se mantenga la posición común de la UE, piden que se mantenga la restricción de los viajes de norteamericanos a Cuba solo porque dicho status quo les permitiría seguir tergiversando la realidad cubana y disfrutando de los americans dollars, a sabiendas de los daños que provocan sus conductas al pueblo.
¿Imaginan ustedes que nos diera por perseguir y acosar a Berta, Ángel, Rodiles, José Daniel, el Coco, Librado, Cuesta, Diversent, Hugo, Eliécer, Tania y Yoani?
(…)
¿Dónde se esconderían?
Si fuéramos como dicen algunos, esta escoria no existiría o se habría refugiado en los Estados Unidos, donde dudo que sacarían la cabeza para protestar por los más de 300 muertos (en lo que va de año) a manos de la policía, por los bajos salarios de los latinos y afroamericanos o por los inmigrantes deportados… na’, allí se portarían bien.
Un consejo gratis: Pórtense bien aquí, donde a millones nos dicen Cuba.
*Editor de La Mala Palabra.
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