No hay frontera en el pensamiento de Fidel y su ideal está presente en muchos pueblos del mundo por su altruismos de defender los derechos de todos y para el bien de todos. Con firmeza ante la injusticia, a denunciado las atrocidades cometidas para el imperio a los pueblos del mundo que hoy son saqueados y otro en estado de guerra por la codicia del imperio norteamericano y sus aliados europeos. Muchos les critican, pero ninguno de los que le critican son lo suficientemente capaz de luchar por si mismo.

Personaje controvertido en Occidente donde es fuertemente criticado, Fidel Castro es adulado en cambio por los pueblos de América Latina y del Tercer Mundo, que lo consideran el símbolo de la resistencia a la opresión y el defensor de la aspiración de los países del Sur a la independencia, a la soberanía y a la autodeterminación. Rebelde mítico que entró en vida en el Panteón de los grandes libertadores del continente americano, el prestigio del antiguo guerrillero de la Sierra Maestra ha superado las fronteras continentales para convertirse en el arquetipo del antimperialismo del siglo XX y el vector de un mensaje universal de emancipación.
¿Cómo se explica el desfase entre la negativa imagen mediática occidental de Fidel y el entusiasmo que suscita en América Latina y en el Tercer Mundo? ¿Acaso los pueblos del Sur no perciben su compromiso a favor de los desheredados y su combate por la preservación de la identidad de Cuba y de América Latina como una lucha universal? ¿Acaso su voluntad de integración latinoamericana, la creación del ALBA en 2004, no refleja las aspiraciones de Simón Bolívar y de José Martí a un continente unido y solidario con el fin de edificar la “Patria Grande”?
Tres facetas caracterizan al personaje de Fidel Castro. En primer lugar es el arquitecto de la soberanía nacional que ha realizado el sueño del Apóstol y Héroe Nacional José Martí de una Cuba independiente y ha devuelto su dignidad al pueblo de la Isla. Después es el reformador social que se ha ubicado del lado de los humildes y de los humillados. Y finalmente es el internacionalista que ha tendido una mano generosa a los pueblos necesitados y que ha ubicado la solidaridad y la integración en el centro de la política exterior de Cuba.
1. El arquitecto de la soberanía nacional
El triunfo de la Revolución en Cuba el 1 de enero de 1959 engendró la más importante transformación social de la historia de América Latina. Al derrocar el orden y las estructuras establecidas, Fidel Castro puso en tela de juicio el poder de la oligarquía batistiana y de los conglomerados de dinero y ubicó al ser humano en el centro del nuevo proyecto de sociedad dedicando los recursos nacionales al pueblo.
La principal conquista de la Revolución cubana es la independencia y la soberanía tan anheladas por el pueblo cubano desde el siglo XIX y por las cuales José Martí sacrificó su vida en 1895. Al poner fin a más de 70 años de dominio de Estados Unidos sobre la Isla, Fidel Castro devolvió a los cubanos su dignidad perdida durante la intervención estadounidense en la guerra de independencia de Cuba en 1898 y la ocupación militar que había transformado a la Isla en simple protectorado. El presidente John F. Kennedy no se equivocó: “Fidel Castro forma parte del legado de Bolívar. Deberíamos haber dado al fogoso y joven rebelde una bienvenida más calurosa en su hora de triunfo”1.
Para entender la importancia simbólica de Fidel Castro en la historia de Cuba resulta necesario remontarse a principios del siglo XIX, en el momento en que la isla empezó a suscitar las apetencias del “vecino pujante y ambicioso”.2 En efecto, Cuba es una de las más antiguas inquietudes de la política exterior de Estados Unidos. En 1805 Thomas Jefferson evocó la importancia de la isla enfatizando que su “posesión [era] necesaria para asegurar la defensa de la Luisiana y de la Florida pues [era] la llave del Golfo de México. Para Estados Unidos, la conquista sería fácil”.3 En 1823 John Quincy Adams, entonces secretario de Estado y futuro presidente de Estados Unidos, aludió al tema de la anexión de Cuba, elaborando la famosa teoría de la “fruta madura”: “Cuba, separada por la fuerza de su propia conexión desnaturalizada con España e incapaz de sostenerse por ella misma, tendrá necesariamente que gravitar en torno a la Unión Norteamericana y sólo a ella”. 4 Así, durante el siglo XIX, Estados Unidos intentó comprar Cuba a España al menos seis veces.
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