Por: Andrés Gómez
Todo parece indicar que una vez que Cuba
quede excluida al final del actual mes de mayo de la Lista de Países
Patrocinadores del Terrorismo del gobierno de Estados Unidos – por las
prohibiciones que establece la ley que regula esta Lista a los países en
ella incluidos — se vencerá un obstáculo mayor en el proceso del
restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Washington y La
Habana.
El otro obstáculo mayor que impide el
restablecimiento de estas relaciones – como se ha dado a conocer por
altos dirigentes y funcionarios del gobierno cubano—es la reticencia
del gobierno estadounidense de que una vez restablecidas esas relaciones
sus diplomáticos en Cuba se ajusten a lo permitido, a todo funcionario
diplomático en funciones en el país ante cuyo gobierno están
acreditados, de acuerdo a lo establecido en la Convención de Viena Sobre
Relaciones Diplomáticas de 1961, tratado que internacionalmente regula
estas relaciones y del cual ambos países son signatarios.
Una vez que finalmente se logre el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre ambos países entonces comenzará un largo, controvertido y áspero proceso negociador entre ambos gobiernos en pos de lograr la ansiada normalización de las relaciones entre ambas naciones, entre ambos pueblos.
Largo, controvertido y áspero, por
decirlo de alguna manera, será este proceso si el gobierno de Estados
Unidos se mantiene en los propósitos anunciados de su nueva política con
Cuba, que según las declaraciones de Roberta Jacobson, Secretaria
Asistente de Estado de Estados Unidos, la funcionaria de más alto nivel
encargada hasta el presente de estos asuntos: “Mi país está cambiando de
táctica o la forma de implementar su política pero no ha abandonado
sus fines”.
¿Qué normalización de relaciones será
posible entre ambos países si este es el propósito de la supuesta nueva
política de Estados Unidos con Cuba?
En un proceso negociador de “Te doy y me
das” entre Estados Unidos y Cuba, ¿qué le puede dar Cuba a Estados
Unidos a cambio de que el gobierno de Estados Unidos elimine la Ley
Helms-Burton y todas las demás regulaciones que conforman la política
genocida de Bloqueo, lo que en este país se conoce eufemísticamente como
Embargo, que por llamarle Embargo no deja de ser igualmente genocida?
¿Qué le puede dar Cuba a Estados Unidos para que ese gobierno elimine la
también genocida Ley de Ajuste Cubano? ¿Qué le puede dar Cuba a
Estados Unidos para que ese gobierno le devuelva a Cuba el territorio
ocupado ilegalmente y por la fuerza en la bahía de Guantánamo, donde por
más de un siglo tiene establecida una base naval y militar, como
también durante los últimos años, mantiene un infame campo de
concentración? ¿Qué le puede dar Cuba a Estados Unidos para que ese
gobierno termine y se denuncie por la política de Terrorismo de Estado
mantenida por Washington contra el pueblo cubano desde 1959? ¿Qué le
puede dar Cuba a Estados Unidos para que ese gobierno lleve ante los
tribunales de Estados Unidos a los terroristas de la extrema derecha
cubana radicados en Estados Unidos y otros países culpables de
innumerables y odiosos crímenes, ejecutores de esa terrible política de
Terrorismo de Estado?
¿Qué le puede dar el pueblo cubano al
gobierno de Estados Unidos para que éste cese la política de agresión
permanente que en contra de los cubanos y las cubanas Washington ha
mantenido desde el triunfo de la Revolución en 1959?
¿Qué le puede dar el pueblo cubano al
gobierno de Estados Unidos en un proceso negociador semejante sino son
su soberanía, sus derechos a la autodeterminación, su independencia, su
revolución socialista, todos sus derechos y libertades, sus
excepcionales logros, sus magnos sacrificios, la sangre derramada y los
muertos irrecuperables de los últimos más de 56 años?
¿Es este el proceso negociador que ofrece
el gobierno de Estados Unidos al pueblo cubano para lograr la
normalización de relaciones entre ambos países?
Lo único que sensatamente puede y debe
hacer el gobierno de Estados Unidos, lo único que realmente puede hacer
para lograr la normalización de las relaciones entre ambos pueblos, es
desmantelar unilateral e incondicionalmente todo el andamiaje de guerra
que ha puesto en pie durante los últimos 56 años en contra del pueblo de
Cuba; todo el andamiaje que ha constituido y constituye su política de
agresión permanente en contra de las libertades y derechos del pueblo
cubano, en contra del derecho inalienable de ese valeroso pueblo a vivir
y desarrollarse en paz.
Y ahora, ¿cómo va a resolver el gobierno
de Estados Unidos en este proceso de normalización de relaciones entre
ambos pueblos no ya la terminación y condena de su política de
Terrorismo de Estado en contra del pueblo cubano sino cómo ese gobierno
va llevar ante los tribunales por sus abominables crímenes a los
terroristas — sus criados, sus aliados– que la ejecutaron a través de
largas décadas? Decisiones indispensables para poder lograr una
normalización de relaciones entre ambos pueblos.
Nada fácil va a serle a Washington
desmantelar ese abominable muñeco y lograr que se haga justicia como las
víctimas y el pueblo cubano reclaman.
¿Cuántas son las víctimas en Cuba de esa
política de terrorismo? De acuerdo a las cifras oficiales han sido
3,478 los muertos y 2,099 los incapacitados físicos. Dado el horror
producto de las políticas imperiales de agresión y guerra a otros
pueblos durante las últimas décadas quizás no resulte terrible a los
lectores el número de cubanas y cubanos muertos y discapacitados a
consecuencia de todos estos años de una sostenida campaña terrorista.
Fidel lo supo poner en el contexto
correcto en un memorable discurso el 6 de octubre de 2001 al recordar a
las 73 víctimas del infame atentado, perpetrado por estas mismas
bestias, contra un avión civil de Cubana de Aviación el 6 de octubre de
1976.
Explicó Fidel: “Comparando la población
de Cuba [el 6 de octubre de 1976] con la de Estados Unidos el 11 de
septiembre pasado, es como si 7 aviones norteamericanos cada uno con 300
pasajeros a bordo hubiesen sido derribados el mismo día, a la misma
vez… Y si estimásemos en la misma proporción de poblaciones las 3,478
vidas cubanas perdidas debido a estas acciones terroristas originadas en
Estados Unidos es como si 88,434 personas hubiesen sido asesinadas en
Estados Unidos en actividades terroristas, que equivale al número de
soldados norteamericanos muertos en las guerras de Corea y Vietnam .”
Interminable y terrible es la vivencia y
los resultados de esta vil política estadounidense de Terrorismo de
Estado contra el pueblo cubano. Como también, salvando las diferencias,
duro lo ha sido para nosotros los cubanos que, también por décadas,
hemos defendido a nuestro pueblo en las mismas madrigueras que los
monstruos que han ejecutado esta política viven y gozan de la impunidad
brindada por Washington.
El pasado 28 de abril se cumplieron 36
años del atentado y muerte, un día después, de nuestro compañero del
Comité Nacional de la Brigada Antonio Maceo, Carlos Muñiz Varela, en
San Juan de Puerto Rico sin que aún sus asesinos, terroristas miembros
de la extrema derecha cubana radicada en Miami y Puerto Rico, hayan sido
llevados ante los tribunales para que se haga justicia. Las
autoridades federales encargadas de esos terribles asuntos, el FBI
principalmente, son los culpables de que no se haya podido hacer
justicia. Se niegan a hacer público las pruebas en su poder que
demuestran la culpabilidad de los asesinos.
Pero en Puerto Rico también los
familiares y compañeros de Carlos, cubanos y puertorriqueños por igual,
dirigidos por su hijo, Carlos Muñiz Pérez, hoy mayor que su padre era en
1979 cuando cayera asesinado con 26 años de edad, y nuestro compañero
Raúl Álzaga, no han cesado en su empeño por lograr que se haga justicia a
él y a Santiago Mari Pesquera, joven luchador independentista boricua.
Entonces, ¿qué de los terroristas de
Washington en Miami, Puerto Rico y otros lugares, cubanos de la extrema
derecha contrarrevolucionaria, ejecutores de la política de Terrorismo
de Estado de Estados Unidos que tanta sangre y sufrimiento le ha costado
al pueblo cubano durante tantas largas décadas?
Aquí están en Miami, vivos aún. Algunos
de ellos son: Félix Rodríguez, Luis Posada Carriles, Pedro Remón, Frank
Castro Paz, Santiago Álvarez Magriñat, Osvaldo Bencomo Robaina, Sergio
Ramos Suárez, Secundino Carrera, Ramón Saúl Sánchez, Guillermo Novo
Sampol, Antonio de la Cova, Virgilio Paz Romero, Héctor Fabián, José
Dionisio Suárez Esquivel y Luis Crespo. No son muchos los aquí
nombrados, es sólo una muestra, pero sí son muchos sus odiosos crímenes.
En estos tiempos de cambios estos
terroristas deben sentirse muy vulnerables y hasta desprotegidos… Los
jefes que los han amparado, si aún viven, están muy viejos ya y sin el
poder de antes. Los asesinos saben que muchas cosas están cambiando.
Como mantiene la señora Roberta Jacobson, su gobierno no ha abandonado
los fines de su política respecto a Cuba, aunque sí ha cambiado de
táctica, la forma de implementar su política… Ahora, cualquier cosa es
posible.
Estos terroristas, lacayos de lo peor del
poder imperial, saben que las potencias imperiales a través de la
historia, y Estados Unidos en particular, han demostrado no tener madre y
menos aún amigos. Sólo intereses.
¿Sabrán ya que quizás tengan su tiempo exactamente contado? Ojalá.
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