Por: José Luis Rodríguez
La iniciativa venezolana de considerar
como bienes transables los que se incluyen en la colaboración cubana, no
solamente representó una notable muestra de solidaridad con los
esfuerzos que venía realizando el gobierno cubano en la ayuda a otros
pueblos, sino que permitió que la Isla comenzara a percibir ingresos que
llevaron el saldo de la balanza comercial total de déficit a superávit a
partir de ese momento, lo que posibilitó hacer sostenible y ampliar esa
política.
Otras naciones como Ecuador y Sudáfrica
también procederían a compensar los servicios médicos brindados por Cuba
en base a sus posibilidades económicas.
El caso más reciente que asumió esa modalidad ha sido Brasil, donde el gobierno de Dilma Rouseff decidió emprender hace un año atrás la operación “Más médicos”,
con vistas a expandir los servicios a las regiones más desfavorecidas
en el norte y el nordeste de ese territorio, tomando en cuenta que la
densidad de médicos por habitante era de solo 1,8 por 1000.
Para esta operación se requerían 15 460
profesionales de la salud, de los cuales se contrataron originalmente 3
891 facultativos brasileños, los que finalmente se redujeron a 938,
evidenciando la necesidad de acudir a otros en el extranjero,
fundamentalmente de Uruguay, Argentina, España, Portugal y Cuba.
Hasta el presente, Cuba ha aportado
11 456 médicos a esta operación a través de la Organización Panamericana
de la Salud (OPS), los cuales cubren con sus servicios más de dos mil
pueblos en 26 estados brasileños, brindando así una asistencia que
abarca el 74,1% de la demanda planteada.
Al igual que ha ocurrido con la presencia
de médicos cubanos en Venezuela y otros países latinoamericanos,
también ahora se ha desatado una intensa campaña mediática contra los
especialistas cubanos, a los que se acusa de desplazar a sus homólogos
en esos países. Se trata así de esconder otras realidades, no por
ocultas menos objetivas y en muchos casos dolorosas también.
En primer lugar, los cubanos acuden allí
donde no hay servicios médicos. En países muy pobres la ausencia del
personal de salud es casi absoluta, pero donde existe –como es el caso
de Venezuela o Brasil– muchos médicos no se contratan para trabajar en
los servicios públicos y mucho menos acuden a las regiones donde más se
les necesita. Desafortunadamente, más allá de recibir un ingreso acorde
con su aporte social, la lógica de la competencia en una economía de
mercado impulsa a ir allí donde más se gana y no donde más lo requiere
la sociedad.
En segundo término, si los gobiernos de
las naciones que contratan médicos de otros orígenes se decidieran a
captar personal compitiendo con el muy rentable sector privado de la
medicina, tendrían que enfrentar erogaciones insostenibles para el
presupuesto público. Baste recordar que, según estudios realizados en
América Latina, el gasto de un paciente atendido en Brasil por la
medicina privada, basada en el sistema del seguro médico, equivale como
promedio a 606 dólares por año, mientras que en Venezuela una consulta
básica de medicina puede llegar a costar el equivalente a 127 dólares.
Desde luego que no son estas las bases de
cálculo de los programas de colaboración cubanos, que no se rigen por
la cotización del mercado internacional para estos servicios, ni por los
costos de la formación del personal de alta calificación.
Lo que se pretende ocultar es que si hoy
Cuba recibe ingresos que alcanzan miles de millones de dólares no es por
las tarifas que impone, sino por la presencia de 64 362 especialistas
en 191 países, muchos de ellos sin costo alguno.
En tercer lugar, la colaboración cubana
con otros pueblos no es el resultado de esfuerzos individuales, sino que
debe entenderse como una política defendida por el Estado cubano
durante más de 50 años, y que se apoya en el uso de los recursos que
ingresan al país no únicamente para el disfrute personal de los que
crean la riqueza, sino en las necesidades de toda la sociedad.
Esto no excluye que en la medida en que
la sociedad cubana pueda reconocer mejor el esfuerzo de sus trabajadores
no incremente los ingresos personales de estos. El aumento salarial
recién aprobado el presente año para el personal médico, unido a una
mayor participación en los ingresos en las divisas que generan mientras
permanecen en el exterior, ofrece un evidente testimonio de esa
política.
Cuba ha desarrollado una colaboración con
otros pueblos basada en brindar servicios de alta calidad y bajo costo,
compensando parte de los gastos en la misma medida en que los ingresos
no entren en conflicto con los principios de la más profunda
solidaridad.
La motivación esencial que ha llevado a
miles de nuestros médicos y maestros a trabajar voluntariamente alejados
de su familia y en muy difíciles condiciones, salvando vidas o
enseñando a miles de kilómetros de su patria, es la convicción de que
nada hay más importante que la vida y la dignidad del ser humano. El
valor de esos principios no tiene una expresión monetaria.
(Tomado de Cuba Contemporánea)
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